Lana del Rey, que no la reina, en Bcn

Lana del Rey lo tenía difícil conmigo tras haber vivido el espectacular concierto de Roger Waters solo unos diítas antes. Sin embargo, consciente de que uno debe medir con los estándares adecuados en cada situación, me dirigí al concierto de la americana con el previo ejercicio de abrir la mente y ser muy indulgente.

Que los primeros conciertos de Lanita eran un despropósito no es ningún secreto. Pero seis años han pasado ya desde que empezara a convertirse en una figura conocida, tiempo suficiente para aprender a cantar, que ya es algo. De hecho, es mucho. Pero ahí queda la cosa. Lana canta. Lana sabe coordinar, en ocasiones, movimientos con música. But that’s about it. 

Lana del Rey

Tuvieron que pasar 10 canciones hasta que aquí mi alma cándida se adentrara y conectara levemente con lo que estaba sucediendo en ese escenario con ese montaje de especie de playa selvática, en el que cuando Lana se tumbaba, surgían berridos de los fans más hardcore. Esa especie de hippie-colgaos con diadema de flores y los que, por alguna razón, han entrado en esa mística setentera extraña que gasta Lana, mística química incluida, sobre todo en pista. Las gradas las medio-ocuparían, además de fans de la especie suelto-berridos-a-cada-contoneo-de-Lana, parejas que, quién sabe puede que escuchen su música como antaño se escuchaba a Marvin Gaye. Y ahí lo dejo.

Lana del Rey venía a presentar su quinto disco, para nada el mejor de su carrera. Pero poco importa, porque en ausencia de evolución musical, se hace difícil situar las canciones en los álbumes. Eso poco importa cuando decides ponerla en loop en casa (been there, done that), sobre todo cuando te da por autoflagelarte en el sentido sano de la palabra (si es que lo tiene) para no parar de llorar hasta la catarsis (sobre todo con ‘Ride’, oh my!). Pero aún estoy esperando experimentar algún tipo de emoción del estilo proviniente de la puesta en escena o de la actuación de ayer. El bótox no ayuda. Las inyecciones de colágeno tampoco. Muñequitas guapas del mundo, that is not the way. Los reverb, ayudan menos aún.  Potencial lo había, sobre todo con un set list que incluso contemplaba ‘Lust for Life’, la colaboración con The Weeknd y no olvidaba ninguna de mis preferidas (‘Summertime Sadness’, ‘Young And Beautiful’, ‘West Coast’ y ‘Ultraviolence’). Pero ahí quedó la cosa. Son temas que marcan en disco, contenedores de un dramatismo en mayúsculas, pero ese dramatismo solo se pudo vislumbrar allá a lo lejos en ‘Ultraviolence’, ya casi en el cierre del espectáculo. Algo tendrá Lana con este tema que no tiene con los otros. O si no, no me explico la imperturbabilidad generalizada de Lana de este jueves y mi indiferencia como consecuencia. Cabe decir que la calidad del sonido metálico y en ocasiones con eco de un Sant Jordi con un cuarto de gradas para llenar tampoco ayudó.

No siendo de las que chillan cuando una artista se monta en un columpio o cruza las piernas montada en un taburete, no pude más que recurrir a las conexiones en mi memoria con los momentos vividos en casa al son de Lana del Rey para poder sacarle un poco de provecho a un concierto hecho a la medida de los fans, incluidos las peticiones de canción y reconocimiento al séquito que persigue a Lana venidos desde California y Chicago, y del que poco más se puede salvar.

Enormes Foster the People en Razzmatazz

Lo mejor de ir a un concierto sin expectativas (y sin haber investigado para nada el directo del grupo en cuestión) es que te puedes llevar una sorpresa. Es más, te puedes llevar una grata sorpresa.  Tan grata como la del concierto de presentación del tercer trabajo de Foster the People, Sacred Hearts Club, del que salí diciendo: ¡Enormes Foster the People!

foster the people

Foster the People, siguiendo la moda de sacar adelantos de álbumes aún por publicar (Sacred Hearts Club saldrá el próximo 30 de julio), han hecho ya cuatro adelantos del álbum (si es que el EP III lo es también), uno de los cuales, ‘Loyal Like Sid & Nancy’, sirvió como pistoletazo para el inicio del concierto. Se atrevieron también con III al completo. Una lista equilibrada, con lo más representativo de los dos álbumes anteriores (Torches, 2011; Supermodel, 2014), en la que tampoco faltó un tema favorito por muchos del Supermodel (‘Coming Of Age’), y otros éxitos de su álbum debut, como son ‘Houdini’, ‘Don’t Stop’ y la archiconocida ‘Pumped Up Kicks’, de la que te das cuenta una vez más que porque sea la más famosa no tiene que ser tampoco la más representativa de la banda musicalmente hablando. No obstante, los temas de Foster the People “engañan”, pues bajo la aparente alegría y energía melódica se esconden críticas sociales contundentes, como es la del tema de marras y el mensaje que lanzó Mark Foster hacia el final del concierto.

Y hablando de Mark Foster (y obviando otros aspectos como luces y puesta en escena, pues un Razz da para lo que da y lo que da lo aprovecharon bien)… ¿es políticamente correcto decir que es el p*t* amo? ¿Me dejáis? Pues, ea. El tema es que hace nada que he hecho un curso de liderazgo y comunicación en el aula en el que se hacían paralelismos con estilos distintos de directores de orquesta. Esto es lo que me lleva a decir, aunque aplicado a un contexto distinto, que el joven de 33 años merece el título de Mark-the-Fucking-Boss-Foster. Como cualquier buen líder, es asertivo sin ser excesivamente autoritario. Además, disfruta como un niño en el escenario, lo que invita a la motivación del resto de la banda. Reconoce los talentos ajenos y los destaca en su justa medida a la vez que intenta que pasen desapercibidas las flaquezas (un botón del teclista desconectado por descuido ajeno). Su expresión inicial puede que sea un pelín seria sin llegar a la mala leche, ya que lo que transmite es una confianza exacerbada en lo que hace. No es tampoco para nada disonante con la del resto de miembros y es maleable a la situación, comunicando así su acercamiento al público a la vez que se mantenía en su isla interpretativa. Su autoridad jerárquica (para algo es el frontman) y de conocimiento se justifican con su trabajo de compositor y su calidad vocal, con la que no escatima ningún esfuerzo. Sobre su disposición, pues bien, solo hacía falta ver el sudor fruto de la pasión puesta en cada una de las frases melódicas y en el control del conjunto para ver que su disposición va más allá de montar un espectáculo e irse para casa, que mañana será otro día. Pero para mí, lo más importante de todo y que destaco de Mark Foster es que comparte una meta común con la del resto de miembros de su banda (además de seguir ganándose el pan, claro está): ofrecer un espectáculo robusto, contundente, de una maquinaria perfecta, con un trabajo detrás que no es de un día ni de dos, dejando espacio para el disfrute grupal y para la creatividad individual, dotando así a los miembros de Foster the People de una labor con significado global. Lo dicho: ENORMES.

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Banda sonora collita del 2016

En aquest 2016, en què sembla que publicar un àlbum conceptual es considera d’allò més in(die), procedeixo a publicar la llista del que, si heu o haguéssiu parat en algun moment per ca meva o pel 144 de les Mundet Mountains, hauríeu de ben segur escoltat. No patiu, que no es tracta d’una altra llista més del millor del 2016. Això seria de massa modern, i com ja sabeu, diuen de mi que “ets tan antimoderna que resultes moderna”, que dedueixo que vol dir que tinc criteri – no se sabe si recto o torcido, pero seguro que es propio. Així doncs, i tenint en compte allò de “dime qué escuchas y te diré quién eres” (perquè era així, no?), aquí va la meva jukebox d’allò publicat aquest 2016, amb alguna altra concessió del 2015 que vaig descobrir enguany. Ai las! L’ordre és alfabètic, per allò de què quadri amb la llista complementària de Spotify. Com sempre, no entro ni en rap, ni en lluç, ni en jazz, ni en ritmos latinos ni en clàssica ni en… Sigui com sigui, enjoy!

Angel Olsen – My Woman. Yo todo lo que mi Mané López recomienda me lo escucho. El noi va fer una crítica tan ben parida d’aquest disc, que crec que no hase falta que dises nada más.

ANOHNI  – Hopelessness. ‘4 Degrees’ ja apareixia a la meva llista de l’any passat de temes per no oblidar. La resta de l’àlbum, publicat enguany, no ha decebut, com tampoc no li perdono a l’Acadèmia que li donés l’Òscar a la millor cançó a Sam Smith i no a ella.

Blanck MassDumb Flesh. I si amb algunes de les cançons també arribava late to the party, no iba a ser menos amb els àlbums. A finals de l’any passat em vaig sorprendre a mi mateixa escoltant ‘noise rock‘. Encara no me’n faig a la idea… Lo que me costó admitirlo bien valió 3 sesiones de terapia… Si el 2015 aquest gènere va estar representat per HEALTH, aquest any ha estat el torn de Blanck Mass, 50% de Fuck Buttons i el seu Dumb Flesh, amb un dels seus cosins-germans com es el ‘drone’ i el post-rock electrònic, del que em pirra ‘Dead Format’, especialment. Enjoy… o no, pues no es apto para oídos delicados hasta 00:34.

Daughter – Not To Disappear. Si ja em van atrapar amb el seu més reverberant If You Leave, em quedo amb aquest segon àlbum on els temes (i problemes) quotidians (la malaltia, la demència, la maternitat, el deure, la misèria en certes relacions amoroses/familiars) es desgranen en temes madurs, melancòlics i punyents. Potser el disc es desvia una mica melòdicament a ‘No Care’, però la sequenciació està plenament justificada. Per acabar, només em falta pensar en whoever decided we have to do ‘the right thing’  i no ens oblidem pas que de ‘numb‘ a ‘numbers‘ només hi ha un pas interior de gegant… i tres lletres.

David Bowie – Blackstar. No m’entretindré a descriure’l, ja que ja ho han fet d’altres. Només constataré que escoltar un àlbum i que se te’n reveli el significat complet dos dies després per la pròpia mort de l’autor i acte seguit pensar en la sang freda que va tenir The White Duke en gravar el vídeo de ‘Lazarus’, amb les línies ‘Oh I’ll be free/ Ain’t that just like me’ és molt fort. Molt.

D.D. Dumbo – Utopia Defeated. Ritmes africans, veu que ens recorda a Sting amb un punt de Jeff Buckley i loops a dojo conformen un àlbum molt ben parit amb desenes d’influències amalgamades amb destresa.

Hunck – Never Had a DreamPop-rock melòdic amb un punt de shoegaze del que em pregunto com és que no sona a qualsevol cadena de ràdio-fórmula.

James Blake – The Colour In Anything. Un disc que requereix un esforç extra de qui escolta, que amb atenció, veurà com durant l’hora i quart que pren, els jocs de sintetitzadors acompanyats de veu i piano a la vegada que d’efectes especials et somergeixen en una atmosfera d’intensitat melancòlica que, si t’agafa en hores baixes, et pot deixar fet caldo. Avisats esteu.

The Lazy Lies – The Lazy Lies. Que ‘Who’s That Sally?’ enganxa a la primera goes without saying. D’altra banda, despertar-se amb ‘Beautiful Morning’ és del millor que es pot fer. És més, hauria d’estar integrat per inèrcia a la rutina matinal de tothom. O millor encara, hauria d’esdevenir el tema per excel·lència d”El matí i la mare que el va parir’ o qualsevol altre programa de ràdio matinal que posi les piles als ciutadans del món mundial. Amb qui s’ha de parlar perquè es faci realitat? Reivindicacions a banda, aquest quintet s’han marcat un revival dels 60 amb gust, ritme i amb moments amb un punt seductor-picaró per posar-hi un toc desenfadat. I són bona gent. Què més voleu?

Medicine Voice – I and Thou.  Estructures minimalistes on la percussió hi té un paper predominant, l’àlbum debut de Medicine Voice no se sap si és una invitació a una reunió sectària o a un sacrifici d’anyell. Però aquí està.

Miss Caffeina – Detroit. Seguir fans de Miss Caffeina, Love of Lesbian i Zahara a Twitter et porta a descobrir que el chicle-pop pot evolucionar i esdevenir Detroit, que no serà àlbum de l’any però que he gaudit sense pudor, sobretot del “sol flipante para todos” en este “verano del amor”.

Paul Dempsey – Strange Loop. Aquest segon àlbum en solitari de l’australià està ple de temes que necessiten de quatre a set minuts per desenvolupar tota la història sònica que tenen per explicar, que lluny de ser el típic folk de guitarra previsible, sorprèn amb percussió i línies de piano amb un cert punt de dissonància que apareixen en els punts àlgids sense molestar.

Phantogram – Three. Conscient que la crítica els deixa de volta i mitja, em sembla un àlbum amb alguns temes molt èpics amb tocs funky sense fugir del punt mainstream que té inevitablement Phantogram. Cançons que entren a la primera sense gaire esforç. Es lo que tiene el pop. Que potser no és el seu millor àlbum? Hi estic d’acord. Però que m’agrada igualment, també és cert.

Radiohead – A Moon Shaped Pool. Para qué nos vamos a engañar, Radiohead els tenia més que oblidats, però haver-los de veure al PS va fer que m’hi tornés a enganxar. Aquest àlbum en va ser un bon reinici, ja que recupera temes que tenien per allà desperdigats i que, tots plegats, resulten en un àlbum expansiu, que envaeix l’espai sense demanar permís.

Villagers – Where Have You Been All My Life. Si t’agrada el Villagers d’abans, t’ha d’agradar aquest, perquè no és més que la regravació en pla acústic de temes anteriors però rearranjats i ordenats en el que resulta un àlbum cohesionat i que és un regal per a les oïdes.

Whitney – Light Upon The Lake. ‘No Woman’ captiva a la primera, però no s’ha deixar de banda que pertany a un disc delicat, amorós, melancòlic sense caure en la llàgrima fàcil, de talls curts però rodons i amb l’acompanyament del metall que li dóna cos i força melòdica.

William Fitzsimmons – Charleroi: Pittsburgh Volume 2 Es tracta d’un mini-àlbum de 23 mins. de durada dedicat a la vida i mort de la seva àvia on aquest cantautor nordamericà d’indie folk amb un punt de Sufjan Stevens en l’aspecte melancòlic.

  

Menció honorífica:

Bat For Lashes – The Bride. Esto de que algunos álbumes conceptuales no tinguin un tema que et facin dir ‘aquest, aquest’ és una mè. I és el que em passa amb The Bride, al que l’hi trobo a faltar un ‘Daniel’, un ‘All Your Gold’, un ‘A Wall’ o un ‘Moon and Moon’, per dir-ne uns quants.

Bon Iver – 22, A Million. No he tingut paciència per investigar en profunditat què s’ha proposat en Justin Vernon amb un àlbum que, musicalment, no es desvia massa del que ja coneixíem d’ell. Però està bé. Deixem-ho aquí.

Minor Victories – Minor Victories. Supergrup format per membres d’Editors, Mogwai i Slowdive que s’han marcat un shoegaze amb tocs d’Editors que no està malament i que escolto perquè m’agrada, però no perquè hagin de guanyar un Grammy ni dos amb aquest LP.

Mucho – Pidiendo en las Puertas del Infierno. És un fet que no puc amagar que no estic posada en el producto nacional, així que pot ser que hi hagi molts àlbums que els donin mil voltes, però els vaig descobrir aquest any i tant en directe com en àlbum tenen el seu rotllo protesta i descarat que enganxa.

Pavvla – Creatures. Doncs sí, aquesta joveneta de 19 anys ha estat present en els meus loudspeakers força vegades aquest any amb el seu pop-folk electrònic en llengua anglesa. Si us agrada Soko amb un punt d’acceleració de Russian Red i la malenconia que es gasta Lana del Rey, Pavvla bé que mereix una oportunitat.

Robbie Williams – The Heavy Entertainment Show. Si t’agrada Robbie Williams, et trobes el papa Robbie en un pop còmode, que tira de primer single amb sample arxiconegut per assegurar-se el tret, però que té temes potser no tan formulaics i que amaguen un Robbie molt més experimental, com és la col·laboració amb Rufus Wainwright a ‘Hotel Crazy’.

The Rolling Stones – Blue & Lonesome. Després de dècades de sequera creativa, no els demanis que et vinguin amb el discàs de l’any, però si blues i Rollings pot semblar de bones a primeres una combo incompatible, no ho és. Serà l’edat…

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– Entrades relacionades:

 

The Lazy Lies (re)emergeixen al Centre Cívic Urgell

Els dijous, a més de paella als bars, a casa toca veure el Polònia. Però si em posen a triar entre un programa que puc rescatar de TV3 a la carta i un concert a hora europea (que l’endemà una ha de matinar), crec que està ben clar – en el meu cas – per quin costat es decanta la balança. I és que aquest dijous tocava anar a veure The Lazy Lies dins del Cicle Emergents organitzat pel Centre Cívic Urgell. Oh yes!

Després d’haver-los vist ja un parell de cops (a la BeGood i a la presentació del disc Zoo XXI), aquest dijous vaig anar a veure de nou The Lazy Lies. Aquest cop, però, ben acompanyada d’una amiga fanàtica de la clàssica (de ahí, poco la sacas) per fer un exercici de “compare & contrastin situ amb les meves impressions anteriors i amb les d’ella.

Tampoc no és qüestió ni d’ensabonar ni de traduir tot el que vaig dir anteriorment de The Lazy Lies en la lengua del Imperio (tot positiu, of course), però sí de remarcar com de més i més encastats sonen amb el (poc) temps que porten com a tals. I és que una de les preguntes de la meva amiga va ser “I quant de temps dius que porten plegats?”. Si bé en Roger Gascon, en Dedé Camprubí (baix) i en Xavi Mir  (guitarra i cors) van fotre el burro tocar plegats a Dunno quan tots ells tenien molts menys cabells blancs, si bé també es coneixen ja des de llavors (aquí la mostra) amb la Montse Bernad (veu, teclats, percussió), efectivament, ningú no ho diria que els quatre, juntament amb el bateria Josep Mateo, són un grup que amb poc menys d’un parell d’anys han fet un disc ben rodó, han col·locat un videoclip a Los 40TV, han anat per ràdios i teles amunt i avall i han arribat a estrenar un videoclip en exclusiva a El Periódico. Ahí es ná.

Amb una setli(e)st esperable, però carregada de sorpreses per a aquells que no hagin tingut el gust de veure’ls abans, The Lazy Lies van començar el concert amb les ja conegudes picades de mans a negres de “(Things Will Eventually) Backfire”, tema del qual des de fa res tenim el videoclip. Malgrat un principi amb una sonoritat del micròfon un pèl mel·líflua (o potser m’ho va semblar a mi) per la banda del Roger Gascon (veu, guitarra, teclats y lo que le echen), la sala es va omplir immediatament de la joia rítmica de “The Dancefloor” amb més d’un i de dos peus portant el ritme.

El Centre Cívic Urgell té un auditori amb seients en forma de banc (molt còmodes, diguem-ho tot) d’un vermell molt elegant i potser ens va faltar al públic aixecar-nos per ballar, però la sensació de poder gaudir d’un concert sense soroll de fons, “com si estiguéssim al Liceu” (paraules d’en Roger Gascon), va compensar amb escreix no poder unir-nos als balls de la Montse Bernad, que amb un vestit vermell fosc molt chic (també de Susi Sweet Dress aquest cop?) a conjunt amb l’atmosfera elegant del vespre, omplia l’escenari mentre interpretava (que no és només cantar) temes com “Into My Bed”, “Dangerous Games” i “Stop Pretending”.

Molt modesta la Montse, va anunciar el greatest hit del grup “Who’s That Sally?” com “aquesta segur que us la sabeu, i això que és nostra”, però val a dir que el públic no només se sabia aquesta sinó que seguien perfectament i s’unien sense cap mena pudor i amb molta precisió als jocs de picades de mans de temes com “Number One” i seguien també la lletra d’altres temes del disc, conegut per ells i – esperem – que ben aviat per molta més gent.

Les “novetats” per a aquells que no tinguin el seu disc (encara?!?) van venir de la mà de quatre temes nous: “Pinstripe Suit”, “Everything Is Going ‘Round”(de la que no puc evitar destacar-ne una altra vegada la línia de baix  i de la que la meva amiga en va fer la mateixa associació que jo amb l’estil de The October Twilight); “World In Blue” i “The One About Being Brave”, que potser té un títol llarg, però això no li va importar pas a l’auditori, que la va rebre igual de positivament que la resta de temes.

Podria acabar la crònica amb les paraules de la meva amiga sobre el concert d’ahir (“ha estat molt xulo, ha estat molt guai”), però com que els Lazies tornen a tocar aquest dijous que ve, 24 de novembre, al Hard Rock Café de Barcelona, millor que ho comproveu per vosaltres mateixos. Jo no hi podré ser, però espero que si algun despistat hi passa per davant, el vegi ben ple.

Vegeu més imatges.

Betty Belle y Miss Caffeina en una sala de serie B

Tras haber descubierto que estaban también en el cartel del Let’s Festival la banda Miss Caffeina (a cuyo álbum Detroit me enganché al instante por lo que tiene de poppy en contraste con sus trabajos anteriores), hice doblete y adquirí también la entrada para esa segunda sesión en la Sala Salamandra 2, cuya acústica parece un complot arquitectónico para herir de muerte hasta a Jean-Michel Jarre. Nunca mais.

Les hacían de teloneros a Miss Caffeina los catalanes Betty Belle, cuya música definen ellos mismos como “mapping musical que explora las texturas cálidas de la voz a través de sonoridades emitidas por máquinas e instrumentos.(…) La pasión del alma transmitida con la precisión de un artefacto”. Interesante… o no.

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Terror acústico aparte, es absolutamente cierto que el mundo es un pañuelo y que más vale siempre quedar bien que mal, que nunca sabes cuándo te vas a topar con quién y bla bla bla. Y es que, tras cinco minutos observando al miembro masculino del dúo, caí en la cuenta de que se trataba de Otger García aka Utgi, antiguo compañero mío de universidad. Catorce años han llovido ya. Utgi era (¿es?) un chico singular, de formación musical clásica que tocaba el órgano en una iglesia de Barna, que un buen día me hizo una mixtape en un de gusto exquisito y a quien el Requiem de Fauré le fascinaba porque es “un requiem feliz”. Cabría pensar que ese gusto exquisito sería también la marca de la casa de Betty Belle. Sería de esperar. Y aquí espero, in aeternum. Betty Belle ofreció al público unos 10 temas de su producción propia, inspirada también en temas iconos como, entre otros, “Mamy Blue” de Pop Tops cuya adaptación hubiera triunfado si no fuera porque los graves de la distorsión vocal añadida fueron tales (sumados al despropósito acústico de la sala de calibre temerario) que despertó un “¿Pero qué es esto?” de una de las asistentes. Y no fui yo. Palabra.

La interacción con el público, impasible hasta el tercer tema, no cuajó demasiado durante los tres primeros cuartos, debido probablemente a la disposición de la mesa de trabajo del dúo, en horizontal con el público, creando así una barrera más allá de lo físico. A esto, cabe añadirle el hecho de que en ocasiones, además de las risillas y  bromas internas entre el dúo de las que el público estaba excluido, los componentes estaban más pendientes de la única pantalla de ordenador central que de lo que realmente estaba pasando en la pista. Los momentos wtf culminarían con una distorsión suprema de “All That She Wants” de Ace of Base (con unas cuantas risas y otro “¿Qué es esto?”) y un Shaker con bailarinas ataviadas, como en el vídeo del mismo tema, a lo Jane Fonda que, junto a Tutu, la voz femenina del dúo, abandonaron el escenario para encontrarse con poca pista y menos baile. #intertextualidadpelínrandom

Betty Belle no suenan mal en álbum, tienen su punto cheesy-freak con estilo elegante y una respetable muestra del abanico melómano de los componentes del grupo. No obstante, les faltó ese punto de azúcar que hace que una simple cuajada se convierta en postre digno, ni que sea, de una Salamandra 2.

Y llegó el momento de Miss Caffeina, con la sala ya llena hasta arriba. El volumen del bajo de Antonio Poza y la guitarra de Sergio Sastre,  con una altura igual a la de los altocúmulos del espacio sideral (si es que los hay), deslució gran parte del tiempo los vocales de Alberto Jiménez. Ataviado con pantalones de vestir gris, zapatos de charol y calcetines rojos, Alberto tuvo que lidiar con problemas con los micrófonos durante los tres primeros temas y acoplamientos en los tres siguientes, eso sí, con aplomo y aguante. Los pads de Nacho, nuevo batería del grupo, tampoco corrieron mejor suerte. Atrocidades acústicas aparte, Miss Caffeina tuvieron una buena actuación en que repasaron tanto temas del álbum que presentaban como los antiguos. Abrieron el concierto con “Venimos” (wink wink), un tema de su segundo álbum, a la que siguió la epónima con el tercer álbum “Detroit“. Sin embargo, si fuera por el público, era difícil distinguir qué tema era más antiguo que el otro, pues todos los temas fueron coreados con precisión milimétrica, gracias a esos malditos adelantos que invaden las redes y matan cualquier atisbo de sorpresa en ocasiones. Hito digno de destacar, no obstante, si tenemos en cuenta que Detroit, ese “álbum-viaje al pasado, presente y futuro”, no lleva ni un mes en el mercado.

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Siempre es de agradecer que en un concierto te contextualicen las canciones, y así fue en este caso gracias a las palabras de Alberto, quien a pesar de su amnesia ocasional que le hace decir alguna que otra frase sin sentido (“tengo pérdidas de memoria porque hace un año que no venimos” (?!)). Se trata de una amnesia que se manifiesta también abiertamiente en vídeos como este (01:04). Sea como sea, Alberto Jiménez tuvo el detalle de contarnos el por qué de Detroit, la ausencia de límites creativos impuestos y los atrevimientos de mezclas de estilo incluso hasta con reggaeton, que confesó que no baila ni en la intimidad (sí, claro…). Nunca es fácil presentar tampoco temas en versiones deluxe, pero así fue en el caso de Barcelona, donde se atrevieron con “Pasajero“.

Uno de los momentos más destacables de la noche fue precisamente el estreno en el territorio de la composición de Álvaro Navarro (guitarra) con su “Ácido“. Y es que ¿quién no desea a estas alturas del año que llegue ya ese “verano del amor” con su “sol flipante para todos”, estación en que “vas a enseñarme un paso o dos”?

Tras un amago de final con “Lobos“, llegarían los bises con “Hielo T“, “Oh! Sana“, canción en que defienden que la religión nunca decida por nosotros y, cómo no, el colofón con la más comercialMira cómo vuelo” en que el recurso recurrente (¡toma aliteración!) de “toco las palmas para animar el cotarro” hizo la última aparición de la noche y dejó al público con ganas de más, excepto para los que aprovecharon para seguir la noche en la Salamandra 2. ¿El tema para despedirse emocionalmente de los Miss Caffeina y dar entrada a la noche de baile cortesía del DJ de la Salamandra 2? “La revolución sexual” de La casa azul, en que “el verano del amor” también hace una aparición. * sigh *

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Flo lanza “What Kind of Man” y los tuiteros lo disfrutan como enanos

A principios de febrero nos enteramos del estreno del nuevo single de Florence + The Machine, “What Kind of Man”, de su próximo álbum, How Big, How Blue, How Beautiful, a la venta el próximo mes de junio. Que tras cuatro años sin escuchar nada nuevo de Flo estrictamente dicho (no cuento las colaboraciones), te llegue tal notición es como para calificarlo de “alegría del día”. Nada más verlo, estoy segura que a tres personitas que conozco situadas en tres extremos distintos de la Península Ibérica nos dio un salto el corazón. Y, evidentemente, nos hicimos un hueco en la agenda para poder resolver la duda: ¿Llegará a cumplir con nuestras expectativas, la pelirroja de bote? No solo las cumplió, sino que las superó. Pero no a la primera escucha, en que tras el cambio guitarrero, al menos yo y uno que yo me sé nos quedamos un poco WTF. Gracias, BBC Radio 1, por dejarnos reflexionar unos minutos y ponérnosla otra vez, Sam, para poder digerir el guitarrazo – que resulta que después tampoco había para tanto-, y poder apreciarlo en la totalidad del conjunto.

Pero es que ese estreno no quedó solo así. A las pocas horas, el estreno radiofónico del primer single vino nada más y nada menos que acompañado de, ¡bombazo!, estreno de vídeo.

Y con él, las reacciones en Twitter, de las que me quedo con…

No hase falta que dise nada más.
No hase falta que dises nada más, Lu.

Esta no es la primera vez, y espero que no sea la última en que pueda compartir una experiencia tuitera que no solo me lleve a poder sentir que estoy haciendo lo mismo que miles de personas a la vez (como en Fin de Año, oiga), sino que además, haga que me entre la gran carcajada del siglo, incluso tras ver un vídeo bastante trágico y complejo. Lástima que el segundo vídeo, precioso, nos haya caído del cielo sin aviso previo alguno.

Y es que es lo que tienen los media, ese poder de estar espatarrada en el sofá de casa, te pillas un live stream del Festival de iTunes y terminas con 40 comentarios en Fasebú comentando la jugada. A falta de festival pan, buenas son tortas.

ed sheeran
Ed Sheeran petándolo en mi muro del Fasebú.

Estamos de acuerdo que cuando vas a un concierto con gente, vives una experiencia inexplicable y luego comentas la jugada, pero esta nueva manera de vivir un evento es algo que, unos pocos años atrás, era impensable. Lástima que no encontrara a nadie que le guste Placebo tanto como a mí como para hacer lo propio en el pasado Festival de iTunes 2014. No preocuparsus, que, instead, ya brinqué en la habitación como es debido, aprovechando que no me veía nadie. ;)

Próxima cita online: Coachella esta Semana Santa. ¿Habrá alguien around online?